La playas están atiborradas estos días en el Hemisferio Norte, donde el verano se ha instalado definitivamente. Es normal que la gente busque la brisa de la costa y el alivio del agua del mar que se mantiene aún fresca.
Miles de cuerpos se tuestan sobre la arena por los rayos de un Sol imponente. Miles de cuerpos ofrecen su piel desnuda al astro sin una sola nube que sirva de pantalla para atenuar su rabia.
Algunas personas tienen la precaución de embadurnarse con filtros solares. Muchos ni siquiera han pensado en este detalle tan necesario e indispensable como la necesidad de beber o comer.
Los rayos del sol son absolutamente necesarios para la vida. Somos pura energía procedente del Sol que las plantas han sabido acoger y transformar en alimento con el milagro de la fotosíntesis.
Gracias a las plantas, todos los seres vivos que poblamos la Tierra podemos vivir. Podemos decir que las plantas son el laboratorio que nos permite alimentarnos de energía solar.
La luz solar es imprescindible pero los rayos del sol incidiendo directamente en la piel son peligrosos. El sol es como el buen vino,porque ha de tomarse con prudencia. Mucho vino, emborracha. Mucho sol, quema, envejece la piel, produce arrugas, manchas y, en casos peores, cáncer de piel.
Por lo tanto, debemos ser prudentes y tomar el sol con medida y, sobre todo, proteger la piel con filtros solares durante el tiempo que la piel esté expuesta al sol. Existen multitud de filtros solares que pueden comprarse en farmacias, grandes establecimientos o pequeños chiringuitos junto a la playa.
Para conocer qué tipo de filtro utilizar, cómo y cuándo utilizarlo y otros detalles sobre los filtros o cremas solares, se puede consultar la siguiente página
http://www.botanical-online.com/medicinalscremassolares.htm
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